lunes, 18 de junio de 2007

Consignas y aportes

1- ¿Qué significado tiene para vos la palabra laberinto? Recordá si alguna vez recorriste uno, si te perdiste en sus caminos… Qué asociaciones hacés con su significado. Dejá correr tu imaginación y escribí…
2- Algunos aportes
La construcción de laberintos es tan antigua que existen registros de laberintos que fueron construidos en el año 3000 AC. Sin embargo, el más famoso es un laberinto griego, del que no se sabe en realidad si existió o no. La leyenda cuenta que estaba ubicado en Creta y que en él habitaba el “Minotauro", una bestia mitad hombre y mitad toro que se alimentaba de carne humana.
Muchos siglos después, durante la Edad Media en Europa se construyeron muchos laberintos que servían para llevar a cabo distintos tipos de rituales y de procesiones; por ejemplo, en la península escandinava existen alrededor de 600, construidos en piedra a orillas del mar Báltico. Se dice que fueron levantados por los pescadores que los usaban para hacer paseos por ellos antes de salir al mar. Con ello los malos espíritus se quedaban confundidos en el laberinto y los pescadores salían seguros.
En el siglo XIII, en Francia, era común hacer dibujos de laberintos en el piso de las catedrales. Un siglo más tarde, en toda Europa se construyeron cientos de ellos en los jardines de los castillos y palacios para que los nobles, reyes y príncipes se entretuvieran paseando. Estaban hechos con arbustos. Esta costumbre de adornar los parques y jardines con laberintos se mantuvo hasta el siglo XX. Fue entonces cuando, como consecuencia de las dos guerras mundiales, prácticamente todos los laberintos de Europa desaparecieron. Pero a partir de la década de los setenta, se han vuelto a construir en todo el mundo. El siglo XX ha sido el siglo en el que más se los ha construido y diseñado; se pueden encontrar en jardines, parques de diversiones, en libros y ahora, por supuesto, en Internet.
La forma laberíntica está fuertemente arraigada en la psiquis humana. Las ciudades de todas las civilizaciones y tiempos parecen conformar grandes laberintos. Si vemos las plantas de Tenochtitlan, de la Roma Imperial, los Burgos Medievales o las grandes metrópolis contemporáneas, inmediatamente sentiremos la herencia legada por los símbolos ancestrales a la cotidianidad del hombre que, consciente o inconscientemente, busca relacionarse de forma efectiva con su entorno a través de ellos. Presente en los lugares más dispares, sentimos la presencia del laberinto en las piedras de Stonehenge, en los Mandalas antiguos o los amuletos celtas, sin poder determinar exactamente su significado u origen.
El mito del laberinto está en lo más profundo de la naturaleza humana. En el origen de los tiempos, perdida ya la facilidad del instinto animal para encontrar los caminos de la Naturaleza y afrontar sus peligros, el hombre creó el arquetipo del laberinto. Aparece así en leyendas mitológicas y en los ritos religiosos de numerosas culturas antiguas y primitivas a lo largo y ancho del mundo. Son el reflejo del miedo ancestral y de la desorientación que el ser humano experimentó ante la naturaleza hostil y, como ser racional, también y fundamentalmente, ante la vida.
En todas las culturas, el laberinto está compuesto por un espacio perfectamente definido, de calculada geometría, pero engañoso por sus múltiples posibilidades y por la similitud de los elementos que lo conforman. Recrea la variedad infinita de los bosques en su monótona similitud, los enredos de los senderos de las montañas, las vueltas y revueltas de lo desconocido, las estrellas del firmamento –por ejemplo- que son a un tiempo ayuda y desvío de los navegantes y para las que el hombre, sin embargo, encontró el orden absoluto e intrincado en el laberinto de las constelaciones.
El laberinto es también -y quizás más que ninguna otra cosa- símil perfecto de la vida misma, con sus posibilidades, sus riesgos y su orden íntimo y sutil, para cuyo tránsito cuenta el ser humano con los escasos hilos de Ariadna.
Al contrario de la naturaleza -o de la vida- se cierra en sí mismo, es abarcable, está hecho por el hombre como un teatro del mundo y es en su centro donde se halla la respuesta, el mecanismo del sistema para encontrar el tesoro o la salida o la libertad.
El laberinto es -con todos sus pasadizos y vueltas- el resumen de las preguntas primordiales: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cómo puede el hombre traspasar la muerte? Y es, también, la manifestación material de una búsqueda espiritual, aquella que trata de formar una unidad con el universo

3- Leé el mito de Teseo y el laberinto y La casa de Asterión (J. L. Borges) y escribí un comentario en el que se relacionen ambos textos.

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